Historia de Adelia



Adelia María Setto nació en Wenceslao Escalante, Provincia de Córdoba, Argentina, en 1952. Su pueblo gringo “plagado” de girasoles y mariposas multicolores la ayudó a hacerse artesana, desde muy pequeña. Así fue como con tortas de barro, canastos de cola de zorro, y alhajas de flores hizo frente a las dificultades de salud a muy temprana edad.

Las enfermedades de la infancia limitaron mas tarde su mapa laboral; sin embargo, el deseo de inclusión la llevó a no aceptar nunca esos determinismos.

A los doce años, después de la última cirugía de columna, le regalaron una caja de acuarelas, y fascinada con los relieves modernos de las Galerías Ames, Mariano y Cinerama de Córdoba Capital, comenzó a pintar figuras geométricas.

Pasó tres años enyesada  desde la pelvis hasta el mentón, invierno y verano.

A los trece años ingresó al secundario con la idea de seguir magisterio ya que en aquel tiempo se podía ser maestra desde el nivel medio; sin embargo, su formación en la docencia duró solo tres días, ya que la radiografía de columna la obligó a cursar perito mercantil, a pesar de su perfil educativo y humanista. Ese fue el inicio de una larga cadena de discriminaciones laborales y legales que debió afrontar toda su vida.

Con solo 22 años comenzó a dar clases a alumnos con algunas dificultades de aprendizaje, y diseñó un método de estudio basado en sus propias estrategias de la infancia; ese método daría origen, mas tarde, a la Fundación Añil.


Como artista, se formó con los pintores Sentieri, Mantegani y Berra.
Comenzó a exponer en 1978. Obras suyas, se encuentran actualmente en diferentes salas del mundo, con un total de
37 exposiciones realizadas en importantes salas y museos de la provincia y el país.

Estudió Comunicación Social en la Universidad Nacional de Córdoba. En 1979 y 1980 vivió en Marsella y en Trento. Allí se dedicó a exponer y vender batiks en negocios, mientras estudiaba y buscaba material para su tesis. Ese objetivo la llevó a conocer a Umberto Eco y a participar de sus clases en Bologna.

Pero lo más importante que le sucedió  por aquellos años fue poder alojarse en la Fundación Jesuita San Ignazio, de Trento. En aquel lugar, conoció los principios de la solidaridad internacional y aprendió a vivir en comunidad, preceptos fundamentales para su vida y obra posterior.

Al  regresar a la Argentina, Adelia obtuvo su título de Licenciada en Comunicación Social.

Iniciada la década de los 80 se dedicó  a retratar el paisaje cordobés en batik.

La ciudad de Córdoba la vio subirse a los andamios para realizar murales.

El comienzo de la democracia permitió  nuevos espacios como “El rincón de los pintores” en las escalinatas del Obispo Mercadillo, donde muchos artistas cordobeses podían exponer y vender sus obras.

También fue una de las pioneras del Paseo de las Artes.

En 1985, fiel a su deseo de crecer en la docencia y en la comunicación, concursó un cargo en la docencia universitaria, pero una vez más, la radiografía de columna  le impidió el acceso al sistema, a pesar de los buenos resultados del examen.

Ejerció el periodismo en medios locales pero su radiografía le impidió el ingreso a planta permanente.

A principios de los 90, con el dinero de su herencia construyó su casa y se fue a vivir a Villa Allende donde creó los Talleres de Arte y Comunicación, dependientes de dicha Municipalidad. Allí se dedicó a enseñar a alumnos cuyas edades oscilaban entre los siete y  los 80 años; puso en práctica el ejercicio de la pintura desarrollando lado derecho del cerebro.

Por aquellos años, comenzó a pintar cuadros de gran formato, pero siete años más tarde, los dolores de columna empezaron a impedirle permanecer cotidianamente frente al caballete. Los límites la enfrentaban una vez más a una inminente renuncia. Cuando la crisis del desconsuelo le impedía ver, apareció el pintor Miguel Ocampo para mostrarle cómo Henri Matisse desde su silla de ruedas pudo diseñar la capilla de Vence. De esta manera, Adelia comenzó a pintar al pastel sentada en el piso en la posición del Buda

Cada día buscaba estrategias para seguir pintando sin exigir tanto esfuerzo a sus brazos. Así, pintó retratos por encargo y después comenzó a buscar rostros infantiles en revistas y diarios de diferentes países; también capturó fotogramas de películas, y de todos los rostros que veía, cada tanto seleccionaba uno para pintarlo.



Como resultado de esta búsqueda, en 2001 realizó la exposición denominada “CHICOS DE ESTE MUNDO” auspiciada por la Escuela de Ciencias de la Información de la U.N.C y diferentes organismos de Derechos Humanos.

Una vez más salvaba su vida gracias a esas pinturas de rostros infantiles, en tiempos en que experimentó un salto cualitativo en su conciencia.

También en 2001, convencida de que la exploración del propio potencial es un camino para la salud, creó la Fundación Añil para ayudar a otros niños frágiles pero potentes y creativos.

Este Centro de Resiliencia de Fundación Añil es pionero en el país, inaugurando una pedagogía que hace foco en la potencia de cada individuo y no en el déficit.

El 2005 fue un año de reconocimientos: la Municipalidad de Córdoba le otorgó el premio Jerónimo Luis de Cabrera por la tarea de Añil; ese mismo año fue nominada para Cordobés del Año por el diario LA VOZ DEL INTERIOR.


En 2006 y 2007 fue nominada para el premio Mujer del año en Salud, área de Comunicación, que otorga el Ministerio de Salud de la Nación.


A pesar de su constante labor en Añil, por aquellos años también cursó el Doctorado en Ciencias de la Salud, U.N.C., faltándole la tesis que todavía no pudo realizar por falta de recursos y de tiempo.

En 2010, después de un intenso trabajo pedagógico e institucional en Fundación Añil, con la ayuda económica de sus amigos y la gente de su pueblo retomó su pasión por la pintura e inauguró su muestra denominada AUTOBIOGRAFIA DE UN OXIMORON.



Adelia en el presente

Actualmente Adelia Setto coordina el equipo de la Fundación Añil. Sigue dedicándose a la difusión de la Resiliencia dándole gran importancia a la capacitación de los adultos, no solo para que se ayuden a ellos mismos, sino para que tengan herramientas para ayudar a los niños que los rodean.

Adelia sigue ejerciendo el periodismo a través de la dirección la Revista institucional RESILIENCIA AÑIL,  y a través de la puesta al aire de un micro radial sobre Resiliencia en Radio María Córdoba.

En mayo  de 2011 dictó el Primer Seminario de Resiliencia para Docentes con puntaje oficial del Ministerio de Educación de la Pcia. de Córdoba.

Cabe destacar que a pesar de los méritos, Adelia nunca pudo ingresar a la planta permanente de ningún puesto de trabajo. Condenada a trabajar en negro, aún hoy, con 80% de discapacidad  física sigue formándose y formando a profesionales sin lograr el acceso a una merecida jubilación.

Ella está convencida de que trabajar para el rescate de personas que, teniendo un intelecto común pueden verse ensombrecidas por los determinismos, se realiza un aporte fundamental  a la paz, porque no existe persona satisfecha en su vocación que necesite ejercer la violencia.


Adelia sostiene el convencimiento de que se puede y se debe hacer prevención primordial, o sea, después un trauma, hay que prevenir los traumas futuros, para evitar que la mirada social sobre el individuo dañado sea más devastadora que el mismo trauma. Eso sólo se logra con el desmantelamiento del dolor, desde una comprensión ejercida más allá del intelecto, con la capacidad de ver y empatizar con el mundo subjetivo del otro.

También sostiene que no sólo es necesario ocuparse de niños que han sido víctimas de grandes catástrofes sociales o familiares, sino que la sola imposibilidad, por parte de un niño, de sostener la atención o conservar la calma, pueden ser indicios de un malestar que hay que mirar en profundidad.


Sólo cuando me quemé las manos me sentí con derecho a escribir acerca de la naturaleza del fuego.

G. Flauvert
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